AEROPAGO

AEROPAGO

sábado, 29 de enero de 2011

¿Fe o suposición?...Busquemos el equilibrio. (1ra. Parte)


A fin de que podamos entender mejor la relación entre Dios y el hombre, debemos comprender que existe una precisa diferencia entre las revelaciones especiales otorgadas en un momento particular (o a individuos particulares), y las revelaciones dadas como verdades generales que todo lo saturan, eternas, reveladas por Dios al hombre.
La una (verdad eterna) emplea el vocablo griego “Logos”. Las verdades específicas y particulares se incluyen dentro del significado de otro vocablo llamado “Rhema”. “Logos”, (en su esencia básica), significa “LA PALABRA” ó solamente “PALABRA”. Pero incorpora dentro de su significado completo la idea de conocimientos acerca de una materia, una idea, una filosofía, o un concepto inalterable.
Podemos absorber algo de la esencia de la palabra “Logos” leyendo Juan 1 :1= “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”. Se emplea aquí el vocablo griego “Logos”. ¿Por qué?, pues porque se trata de una declaración universal, básica e inalterable. Esta declaración es cierta ahora, lo ha sido siempre y siempre lo será. No interesa cuáles sean nuestros puntos de vista u opiniones al respecto; Dios ha declarado que es una verdad, un hecho y punto.
“Rhema” por otra parte, es una revelación para un momento específico, para gente específica y en un lugar específico. En Hechos 13: 42 por ejemplo, la frase: ”hablasen de estas palabras”, equivale al vocablo griego “Rhema” y cuando los judíos salieron de la sinagoga, los gentiles les rogaron que esas palabras les fuesen predicadas el día de reposo siguiente.
Aquí la palabra dedicada a aquellos ciudadanos era una palabra específica, para un momento y tiempo particulares, y no poseía la “universalidad” ni la permanencia “doctrinal” de la declaración de Juan 1: 1.
Por lo tanto, cuando acudimos a la Palabra de Dios a fin de recibir directivas, y cuando acudimos al Señor en oración y ayuno para recibir directivas personales, DEBEMOS TENER MUCHO CUIDADO EN DISTINGUIR ENTRE LAS SITUACIONES “RHEMAS” Y LAS SITUACIONES “LOGOS”. A veces la Palabra que recibimos es Logos, pero en muchos casos es Rhema.
Es cuando NO DISTINGUIMOS LA DIFERENCIA entre Logos y Rhema cuando nos sobrecogen las dificultades, cuando empezamos a caminar según nuestras presunciones, aunque pensemos sinceramente que “andamos por fe”. Si recibo un “Rhema” de parte de Dios, es una directiva para mí, para una situación específica, y para un tiempo específico. Si me equivoco y creo que es un “Logos”, les diré a todos los que me rodean una nueva “doctrina”, que es así como deben actuar, que es así como deben pedir, que es así como deben esperar y confiar…¿por qué?...pues por qué el Señor así me lo dijo a mí y punto…
He aquí una ilustración de lo que quiero decir: Cuando los hijos de Israel entraron a la Tierra prometida, Dios le dio a Josué directivas específicas (aunque algo extrañas), con respecto a cómo debían conquistar a la ciudad de Jericó. Josué siguió el plan exactamente, lo cual les proporcionó una rápida y decisiva victoria a las fuerzas de Israel. Esta naturalmente era una situación “Rhema”. Dios le dio instrucciones a Josué para que marchara alrededor de las murallas en silencio cierto número de veces, y luego, en un momento específico, el pueblo debía gritar y tocar las trompetas.
Josué podía haber ensayado este método al llegar a todas las ciudades que atacó y conquistó, durante su campaña destinada a limpiar la tierra de los paganos. Naturalmente no hubiese tenido ningún sentido si así procedía. La razón es que la palabra de Dios dirigida a Josué en el milagro de Jericó fue una palabra “Rhema”. Esta palabra había sido pronunciada específicamente y solamente para la ciudad de Jericó. No significaba de ninguna manera que se tratara de una verdad eterna de Dios para arrasar cualquier muralla o ciudad mediante el toque de trompetas. Dios hizo frente a la necesidad del momento con una demostración de un milagro “específico”.
Josué no creyó ni por un momento que estas instrucciones representaban una nueva y maravillosa ley “divina” en la que debía depender toda vez que quisiera ponerle sitio y tomar una ciudad. Josué reconoció estas instrucciones por lo que eran en realidad, una manifestación específica para un momento específico. Esta fue la palabra “Rhema” para Josué, y Josué la reconoció como tal. Jamás, ¿leyó bien?, jamás intentó emplear este método contra otras murallas.
¿De qué manera muchos creyentes de la actualidad se inclinan a proceder?...Si hubiésemos formado parte del ejército que participó en la victoria de Jericó, sin duda alguna gastaríamos el resto de nuestras vidas predicando “La doctrina del ministerio de las trompetas”. Escogeríamos como bandera el versículo que dice: “…es el mismo ayer, hoy y por los siglos”. Luego gritaríamos: “Dios no cambia jamás”. Pasaríamos horas y horas, en vehículos o a pie marchando por los alrededores de nuestra ciudad, acompañados del sonido de los cuernos y trompetas…y cuando ”las murallas” de dificultades no se desmoronaron, bueno, tendríamos dos explicaciones: Confesaríamos que las murallas si se cayeron, pero nuestra pequeña fe no fue suficiente para verlo “espiritualmente”, ó bien, que no se cayeron porque hay muchos “anatemas como Acán” en medio nuestro.
Evidentemente, no es prudente llegar a la conclusión de que toda situación puede ser resuelta siguiendo el método que Dios empleó para una circunstancia específica.
¿Y no es evidente acaso, que muchos ministerios actuales tienen la tendencia de transitar por la misma senda?...(continuará 2da. Parte)